Cambiar de lugar, moverte, inmigrar, migrar… cada viaje, cada nuevo comienzo, necesita de un bolso. No solo para llevar lo esencial, sino para transportar parte de nuestra historia. Porque en cada objeto que elegimos llevar, en cada pertenencia que guardamos, hay algo más que materia: hay recuerdos, emociones, identidad.

Moverse con ese pedazo de vida es, a veces, simple; otras, complejo y, por qué no, profundamente transformador.

¿Qué elegimos llevar? ¿Para qué? ¿Qué decidimos dejar atrás? ¿Qué queremos que nos siga acompañando? ¿Por qué?

Las respuestas están dentro de cada una de nosotras, en las elecciones que hacemos, en lo que nos define y nos une a nuestras raíces.

Pero, ¿y las emociones? ¿Las experiencias? ¿Pueden entrar en una valija, en un bolso? Tal vez no físicamente, pero sin duda viajan con nosotras. Nos moldean, nos acompañan, nos dan fuerza.

Nuestras raíces… ¿se dejan atrás? ¿Se llevan con orgullo? ¿Nos convierten en resilientes, como el higo de tuna?

En Sicilia, lugar del cual descendemos, el fico d’India es mucho más que una planta. Es un símbolo de resistencia, de tenacidad, de crecimiento en las condiciones más adversas. Al igual que quienes migran, se adapta, se reinventa y florece en nuevos suelos, sin olvidar nunca de dónde viene.

Ese espíritu es el que nos inspira.

Nuestra nueva colección celebra las raíces, el movimiento y la identidad. Su color principal, el chocolate, es un homenaje a la tierra, a la calidez, a la fuerza que nos conecta con nuestro origen. Porque el marrón es más que una tendencia: es el color de la historia, de la profundidad, de aquello que permanece.

 

Porque moverse, sin ninguna duda, es crecer. Es llevar nuestras raíces con nosotras, transformarlas y hacerlas parte del camino.

 

Para vos, ¿qué significancia tiene un bolso? ¿Qué historia lleva dentro?